CONGREGATIO DE CAUSIS SANTORUM
Diócesis de Orbieto – Todi

Causa de beatificación y canonización de la Sierva de Dios
MADRE ESPERANZA DE JESÚS
(en el mundo: María Josefa Alhama Valera)

FUNDADORA DE LAS CONGREGACIONES
DE LAS ESCLAVAS Y DE LOS HIJOS DEL AMOR MISERICORDIOSO
(1893 – 1983)

DECRETO SOBRE LAS VIRTUDES

"Id y aprended lo que significa:
yo quiero misericordia". (Mt. 9.13)

    Nuestro Señor Jesús con su predicación y sobre todo con su misterio Pascual ha revelado al mundo que el Padre, rico en misericordia ( Ef. 2.4), nos ha amado y nos ha hecho revivir en la muerte y resurrección del Hijo. El mismo Jesús ha confiado a su Iglesia la misión de dar testimonio de la Misericordia de Dios, profesándola como verdad salvífica de fe y tratando de introducirla y encarnarla en la vida de sus fieles. ( Juan Pablo II. Encíclica " Dives in Misericordia, VII).

    Entre los hijos de la Iglesia que, en nuestro tiempo, más han profesado y proclamado con la santidad de su vida y de sus obras la divina misericordia se encuentra sin lugar a duda la Sierva de Dios Esperanza de Jesús, la cual tuvo su verdadera escuela de vida en la Cruz, y en Jesús Amor Misericordioso su maestro particular. Esta humilde y ardiente testigo de la caridad de Dios vivió con la mirada fija en el Crucifijo y, bebiendo en la fuente de agua viva de aquel Corazón atravesado, asimiló los sentimientos: "aquí - como ella confesó - he aprendido a amar".

    Primogénita de nueve hermanos, Madre Esperanza de Jesús nació en Santomera, en la diócesis de Cartagena en España, el 29 de septiembre de 1893, de José  Antonio Alhama Palma y María del Carmen Valera Buitrago. Pasó sus primeros años con su familia, muy pobre. A la edad de seis o siete años fué recogida en la casa del párroco, donde recibió una pequeña instrucción y aprendió a seguir con generosidad los caminos de Dios. De hecho, manifestó ya un gran amor a Jesús Eucaristía y el deseo de consagrarse al Señor.

    El 25 de octubre de 1914 fiesta de Santa Teresa de Jesús, con el propósito de llegar a ser como ella una gran santa, entró en el Instituto de las Hijas del Calvario, que en 1921, por cuestiones de supervivencia, se fusionó con la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada, Misioneras Claretianas. Fiel a la garacia de Dios, cultivó su formación humana y espiritual y, haciendo una continua y dolorosa obra de discernimiento, avanzó en medio a múltiples tribulaciones físicas y morales, que la ayudaron a entender que Dios la llamaba a fundar dos nuevos institutos de vida consagrada con la misión de dar a conocer a Dios, " no como Padre indignado por la ingratitud de sus hijos, si no, más bien, como Padre bueno que busca por todos los medios confortar, ayudar y hacer felices a sus propios hijos; que los sigue y los busca con amor incansable, como si no pudiese ser feliz sin ellos".

    De esta manera , consagró al Amor Misericordioso tanto su vida como la Congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso fundada en Madrid la noche de Navidad de 1930,y como la Congregación de los Hijos del Amor Misericordioso, fundada en Roma en agosto de 1951. Estos dos Institutos , en la actualidad ambos de derecho pontificio, constituyen una vigorosa Familia religiosa, formada por Hermanos y Hermanas, en seis modalidades distintas de pertenencia. Estas, con un mismo carisma, tienen como misión testimoniar y anunciar en el mundo el Amor Misericordioso, ayudándose mutuamente en la santificación de todos sus miembros .

    La Sierva de Dios, que desde 1936 se había trasladado a Roma, en 1951 se estableció definitivamente con sus hijos e hijas en el pequeño pueblo de Collevalenza, en la diócesis de Todi, donde construyó, para gloria de Dios, un magnífico Santuario dedicado al Amor Misericordioso, consagrado en 1965 en presencia de numerosos Padres Conciliares.

    Junto al Santuario Madre Esperanza de Jesús consumó su vida, dando testimonio del Amor Misericordioso de Jesús a todos los hombres. Llena de celo por el Reino de Dios y por la salvación de las almas, recibía de uno en uno muchos peregrinos, escuchándoles, aconsejándoles y consolándoles. Su misión diaria, como ella misma ha escrito, fue la de anunciar a todos "que incluso el hombre más perverso, más miserable y más abandonado, es amado por Jesús con ternura inmensa. Jesús es para él un padre y una madre llena de ternura".A pesar de la veneracion que gozaba por parte del pueblo de Dios, Madre Esperanza de Jesús se sintió siempre un humilde instrumento en las manos del Señor, una simple discípula del divino Maestro, deseosa de escuchar su palabra y de vivir según sus enseñanzas y su ejemplo. Meditando y viviendo el amor infinito de Dios, aprendió a negarse a sí misma, a amar la cruz, a dominar su carácter enérgico y, decía ella misma, a dejarse usar " como una escoba que ni se queja, ni protesta y que,en silencio, deja que la usen para cualquier cosa.

    Mujer de fe profunda, se hizo guiar por la voluntad de Dios, a la cual se adhirió con la mente, con el corazón y con la vida. Observó con diligencia las leyes de Dios y de la Iglesia y aspiró continuamente a la santidad, haciendo buen uso de los numerosos talentos recibidos de arriba y evitando cualquier forma de pecado y de imperfección. Cultivó la unión íntima con Dios mediante la meditación de la Sagrada Escritura y de las verdades eternas, la Liturgia, la ferviente piedad eucarística y mariana y la oración asidua. El Espíruto Santo la condujo a altos grados de contemplación y la enriqueció con carismas especiales que ella usó con simplicidad para el bien de las almas. Su corazón vivía en el cielo, pero sus pies estaban en la tierra. Participó en la vida de la Iglesia y vivió en unión filial a la Santa Sede y al Sumo Pontífice. En 1981 el Señor le concedió la gracia de recibir , en Collevalenza, la visita de Su Santidad Juan Pablo II..

    Sabía en quien había fundamentado su esperanza: Dios-Amor. Por eso, no confió en sus fuerzas, si no más bien en la bondad y en la providencia de Dios, con serenidad y paz interior, superó contrariedades, dolores, sufrimientos y humillaciones. Y, sobre todo en estas circunstancias, fue testimonio convencido y creible de su nombre profético: Esperanza de Jesús.

    De su relación íntima, de esposa, y mística con Dios, nació una caridad apasionada, que la llevó a tener atenciones y cuidados de madre hacia los más pobres y a no hacer distinciones entre pobres y ricos, familiares y estraños, amigos o enemigos. Consideró a los enemigos como a sus más grandes bienhechores, de forma que nunca trató de defenderse y, a pesar de las calumnias y de las humillaciones, no acusó a nadie. Amó y sirvió con gran caridad a sus hijos y a sus hijas espirituales, a los sacerdotes, a los enfermos, a los indigentes y a todos los que acudían a ella. Guiada por la luz del Espíritu Santo y de una prudencia sobrenatural, sabía corregir, amonestar y exhortar según las necesidades de cada uno, manifestando siempre un corazón materno y justo, tierno y fuerte, exigente y paciente. No pensó nunca, ni para sí ni para los demás, en una vida sin contrariedades y sin dificultades. Porque se fiaba plenamente de la bondad de Dios, recibía de sus manos todo tipo de cruces, y todo lo utilizaba como instrumento de purificación y de espiación y como ocasión para unirse a los sufrimientos del Redentor, Hombre de Dolores.

    Se consagro al Señor como virgen; fue obediente a los pastores de la Iglesia, a los superiores y a sus directores espirituales. Nació pobre, vivió pobre y se acercó a los pobres, en los cuales descubría el rostro dolorido de Cristo.

    Cumplió con sencillez las obras de misericordia corporales y espirituales y, con dulzura y firmeza, defendió la dignidad del hombre, independientemente de cual fuese su condición. Evitando los honores, trabajó con humildad en la construcción del reino de Dios y en el advenimiento de la cultura del Amor, de la misericordia, del perdón y de la paz.

    La vida de Madre Esperanza de Jesús estuvo señalada por diversas enfermedades de las cuales frecuentemente curaba, aunque según decían los médicos, de forma imprevista y sorprendente. La enfermedad que la condujo a la muerte duró sólo cuatro días .

    La tarde anterior a que esta se manifestase, la Sierva de Dios dijo a su director espiritual " Hijo , yo me voy". Con serenidad y alegría se preparó al encuentro definitivo con el Señor, que la llamó a sí el 8 de febrero de 1983. Vivió santamente y santamente murió. Su cuerpo reposa ahora en la cripta del Santuario del Amor misericordioso de Collevalenza, rodeada de la veneración de sus hijos e hijas espirituales y de numerosos peregrinos, provenientes de todas las partes del mundo.

    La fama de santidad y de milagros de la que había gozado en vida la Sierva de Dios, continuó también después de su muerte, por lo que el Obispo de Orvieto-Todi, Mons. Decio Lucio Grandoni, inició la Causa de beatificación y canonización con la Encuesta diocesana (1988 – 1990), cuya validez jurídica ha sido reconocida por la Congregación de las Causas de los Santos con Decreto del 12 de junio de 1992. Preparada la Positio, se discutió, según las normas, si la Sierva de Dios había practicado en grado heróico la virtud. El 11 de enero de 2002 se celebró con exito positivo el Congreso Particular de los Consultores Teólogos. Finalmente los Padres Cardenales y Obispos en la Sesión Ordinaria del 5 de febrero siguiente, después de haber escuchado la relación de la Causa hecha por el Ponente Ecc.mo Giuseppe Sebastiano Laboa, Arzobispo titular de Zarai, han reconocido que Madre Esperanza de Jesús ha practicado en grado heroico las virtudes teologales, cardenales y anexas.

    Después de que dicho Cardenal Prefecto hiciera de todo esto una esmerada relación al Sumo Pontífice Juan Pablo II, Su Santidad ha acogido y ratificado los votos de la Congregación de las Causas de los Santos y ha ordenado redactar el Decreto sobre las virtudes heróicas de la Sierva de Dios.

    Cumplido el mandato según las normas, habiendo convocado a Su presencia en el día establecido al susodicho Cardenal Prefecto, al Ponente de la Causa y yo, Arzobispo Secretario de la Congregación, junto con las demás personas que por norma son convocadas, en su presencia, el Beatísimo Padre ha declarado solemnemente:

"Se ha probado que la Sierva de Dios Madre Esperanza de Jesús
(antes: María Josefa Alhama Valera),
Fundadora de las Congregaciones
de las Esclavas del Amor Misericordioso
y de los Hijos del Amor Misericordioso,
ha practicado en grado heróico
las virtudes teologales
de la Fe, la Esperanza, la Caridad en relación con Dios y con el prójimo
y las virtudes cardinales
de la Prudencia, la Justicia, la Templanza y la Fortaleza
y las virtudes que a estas acompañan".

Finalmente, el Sumo Pontífice ha dispuesto que el presente decreto sea hecho público y transcrito en las Actas de la Congregación de las Causas de los Santos.

Dado en Roma, el 23 de abril del año del Señor 2002.
JOSÉ Card. SARAIVA MARTINS
Prefecto

EDWARD NOWAK
Arzobispo de Luni
Secretario

[Home page | Home_Spagnolo]


realizzazione webmaster@collevalenza.it
ultimo aggionamento 28 luglio, 2003