Dios: principio y fin de todas nuestras obras

 

Santifiquemos todas nuestras obras por pequeñas que nos parezcan, teniendo presente que la fidelidad en lo poco es indicio de la fidelidad en lo mucho.

Debemos esforzarnos para lograr que nuestro pensamiento, esté siempre fijo en procurar, por todos los medios posibles, nuestra santificación, estando muy atentos, para no ser de ese número de almas que aspiran a un alto grado de santidad sin preocuparse de poner los medios que a ella les conduce; pues corremos el grande peligro de creernos perfectos porque soñamos con serlo

Sea nuestra preocupación dominante, santificar todas nuestras obras por pequeñas que estas sean, haciéndolas todas por amor,

Pensemos con frecuencia en la Misericordia de nuestro Dios y esta nos inspirará una filial confianza para que le pidamos, nos ayude a caminar en la perfección y El hará que su Santidad inspire en nosotros, un grande odio al pecado, amor al sacrificio y generosidad para despegarnos de las criaturas y aun de nosotros mismos.

Es cierto que no podemos amar fuertemente a nuestro Dios sin antes conocerle, pero los medios eficaces para ello están a nuestra disposición y estos son la oración y el hábito de ver a nuestro Dios en todas las cosas, personas y acontecimientos.

En el silencio de la oración, es donde habla nuestro Dios al corazón y allí es donde se deja sentir más su voz, allí es donde mejor ilumina nuestro entendimiento, enciende el corazón y abrasa la voluntad y allí es donde el Espíritu Santo comunica, además de los dones de ciencia y de entendimiento, el de sabiduría, por el que saboreamos las verdades de la fe, las amamos y ponemos por obra, constituyéndose con esto una unión más íntima entre el alma y su Dios

Pidamos a nuestro Dios la gracia de que nuestra mente esté siempre fija en El en toda circunstancia y lugar, y que siempre nos movamos por El y su gloria y jamás por criatura alguna.

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ultimo aggionamento 05 maggio, 2005