¿Qué hemos de hacer para hallar a nuestro Dios?

 

Para hallar a nuestro Dios no nos es necesario cansarnos mucho girando de acá para allá, El se halla siempre muy cerca de nosotros; se halla en las criaturas que nos rodean; y aquí es donde primero le debemos buscar; todas ellas nos traen a la memoria alguna de las divinas perfecciones, especialmente aquellas que, por estar dotadas de entendimiento, poseen en sí mismas a nuestro Dios, Vivo, que nos sirven como de escalera por la que subimos hasta El.

Considerémosle dentro de nosotros mismos, puesto que nuestro corazón puede llegar a ser un Tabernáculo vivo, basta que le invitemos a permanecer dentro de nosotros, seguros de que El quedará y se acomadará en nuestro pobre y miserable corazón y entonces viviremos bajo su mirada y acción, le adoraremos y con El trabajaremos en la santificación de nuestra alma y en la de nuestro prójimo.

Si nos persuadimos de que el buen Jesús mora dentro de nosotros, debemos procurar que en nuestro corazón estén siempre fijos tres centinelas: la oración, la mortificación y la vigilancia, que ahuyentarán al enemigo y no permitirán entre en nuestra alma ningún pensamiento ni deseo que a Jesús desagrade y por fin, sellemos nuestro corazón con el sello de la santa perseverancia, y entonces Jesús permanecerá con nosotros, como grano de trigo que germina, crece y brota abundantes frutos.

Con esta persuasión y preparación, nos será mucho más fácil caminar en la perfección, ya que la presencia de El, nos hará evitar cuidadosamente el pecado, para no ofender en lo más mínimo al Huésped Divino

Cuánta confianza nos puede dar el pensar que, sean las que fueren las pruebas por las que hayamos de pasar: tentaciones flaquezas y fatigas, podemos estar seguros de la victoria final, ayudados por el que es Todopoderoso, al cual nada se resiste.

Hemos de tener presente que para caminar en la perfección, nos ayudará mucho el recuerdo constante de nuestro Dios y también el conocimiento de nosotros mismos. El conocimiento de nuestro Dios nos lleva directamente a amarle, ya que es infinitamente digno de ser amado, y el conocimiento de nosotros mismos, nos lleva a la persuasión absoluta de la necesidad que de nuestro Dios tenemos, para hacer más perfectas las buenas cualidades que nos ha regalado, y para remediar nuestras debilidades y miserias.

También hemos de examinar nuestro carácter, ya que éste es un poderoso elemento para ayudarnos a caminar en la perfección y tiene una importancia muy grande, en nuestro trato con el prójimo, pues un buen carácter, que sabe acomodarse al carácter de los demás, es un poderoso auxilio para caminar en la perfección y ayudar a los demás; así como un mal carácter, es siempre uno de los mayores obstáculos, para hacer el bien a los demás y a si mismos.

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ultimo aggionamento 05 maggio, 2005