Paz y concordia

 

Nuestro parecer, las opiniones no conformes con la nuestra, es lo que destruye la paz y la concordia.

 

Yo creo que os habréis dado cuenta de que para lograr esta resurrección y vivir junto a El, nos es muy necesario mortificar nuestros sentidos y huir de la soberbia, pues la soberbia, hijas mías, es la que pone muchas dificultades a la fe y a la obediencia a nuestros Superiores; quisiéramos no tener necesidad de nadie y casi nos cuesta trabajo muchas veces admitir las enseñanzas de la fe o por lo menos nos permitimos someterlas a la crítica y a la interpretación de nuestra razón; así mismo hallamos tanta confianza en nuestro juicio, que no nos gusta consultar con los demás y menos con nuestros Superiores, y de aquí nace tal obstinación en nuestro parecer, que sin escrúpulo condenamos sin apelación las opiniones que no están conformes con la nuestra.

La soberbia, hijas mías, destruye la paz, la concordia y la caridad.

Revestíos, pues, como Esclavas del Amor Misericordioso con la humildad, caridad, modestia y paciencia, y dad constantes gracias al Buen Jesús, que se ha dignado favorecernos con la vocación de Hijos y Esclavas del Amor Misericordioso y tened muy presente, que el alma orgullosa es incapaz de elevarse a las alturas de la caridad de nuestro Dios.

Al Buen Jesús, pido ayude en todo momento a los Hijos e hijas, a cumplir sus buenos propósitos y que les dé las fuerzas necesarias para pelear siempre contra nuestras pasiones, con el fin de sacar de ellas el fruto que El desea.

Pedid todos para que esta vuestra madre viva siempre unida al Buen Jesús, dándole cuanto El me pida, cueste lo que me costare y que saque siempre de las pruebas el fruto que El desea.

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ultimo aggionamento 05 maggio, 2005