Yo debo llegar a hacer que los hombres le conozcan, no como Padre ofendido por las ingratitudes de sus hijos, sino como bondadoso Padre que busca por todos los medios la manera de confortar, ayudar y hacer felices a sus hijos y que los sigue y busca con amor incansable, como si El no pudiese ser feliz sin ellos.

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El valor de nuestras obras hechas por amor de nuestro Dios

 

Queridas hijas: Tengamos muy presente que el tesoro de las obras meritorias de cada día es muy grande ya que cualquier obra buena, hecha libremente por nuestra alma en estado de gracia, con la intención de agradar sólo a nuestro Dios, tiene tres valores; meritorio, satisfactorio e impetratorio, los cuales contribuyen a nuestro progreso espiritual.

Con el valor meritorio aumentamos nuestro caudal de gracias habituales y nuestro derecho a la gloria del cielo.

El valor satisfactorio, que comprende tres elementos:

la propiciación que por medio de la contrición y humildad de corazón nos mueve a nuestro Dios, propicio y le mueve a perdonar nuestros pecados;

la expiación que por medio de la infusión de la gracia nos borra el pecado

y la satisfacción, que por el carácter de pena con que van selladas nuestras obras, paga en todo o por lo menos en parte, la pena debida por el pecado.

Además, hijas mías, las buenas obras propiamente dichas, producen la voluntaria aceptación de las tribulaciones y padecimientos de esta vida, siendo esta una señal muy segura, del amor a nuestro Dios.

¿Y qué mayor consuelo puede haber para el alma que ama, que sacar de las adversidades el provecho de purificarse y unirse más estrechamente con su Dios?

En nuestras penas y angustias consuélenos, hijas mías, el solo pensamiento de que las cruces que nuestro Dios nos manda o permite, son para que nos sirvamos de ellas, para amarle más y más.

Al Buen Jesús pido me conceda la gracia de que los hijos e hijas, y yo lleguemos a amar fuertemente la cruz, y que nos sintamos felices viviendo una vida de oración, mortificación y penitencia, y vosotros pedir para que esta vuestra madre, llegue no sólo a amar el dolor, la mortificación, y la cruz sino a desearla con verdadera ansia.

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ultimo aggionamento 05 maggio, 2005