6. Darle al Señor todo lo que pide

Ciertamente el santificar el nombre de Dios implica el cumplimiento exacto y alegre de todo lo que Dios está pidiendo al alma. Ésta descubre los deseos de Dios mediante las innumerables mediaciones que Dios ha dispuesto a lo largo del camino de santificación del alma. Éste es un punto que la Madre ha enseñado sin descanso y que ella misma vivió de forma que a nosotros nos asusta y asombra, poniendo en Dios su confianza. “Haz, que esta pobre criatura tuya se consume de amor en el dolor y que siempre pueda darte cuanto Tú esperas de mí. ¡Hazlo, Señor!”[380]. “Quiero saciar todos tus deseos, no quiero otra cosa, Jesús[381]

Estamos analizando los éxtasis de la Madre, en los que la Madre expone a Dios sus deseos, preocupaciones y sentimientos, pidiendo a él su ayuda para ser fiel a Dios. La Madre no habla ni de cómo hallar y cerciorarse de los deseos de Dios, ni de las mediaciones a las que debe recurrir. Dios bien sabe cómo actúa y ella también conoce muy bien lo que Dios pide.

Habla mucho, en cambio, de su deseo de cumplir y llenar en todo los deseos de Dios, de las dificultades que encuentra, de la necesidad que siente de conocer certeramente en algunos asuntos los verdaderos deseos de Dios y de las cualidades de este deseo.

Después de un éxtasis decía a las EAM: ”Hijas mías, pedir al Buen Jesús en estos santos días de retiro, que yo consiga darle cuanto me pide, sin temor ni preocupación de aquello que me puede venir, sino sólo con el deseo de darle aquello que El quiere y pide de mí. Pediré por vosotras, para que consigáis dar al Señor lo que El os pida, pero ser fieles, sinceras con el Señor y uniros a Él con un fuerte amor de abnegación y sacrificio[382]. El deseo de dar a Dios todo lo que pide debe ser:

- sin temor ni preocupación de aquello que me puede venir

- sólo con el deseo de darle aquello que El quiere y pide

- Sincero con el Señor

- Fuertes en el amor de abnegación y sacrificio

La constatación de la debilidad y de la pequeñez nunca debe ser motivo para aflojar en ese camino. Con la gracia de Dios se puede todo. “Quiero darte todo aquello que Tú me pides, ¡pero me encuentro muy débil!... ¡quisiera dártelo, Señor! No te molestes, ¡Señor! ... no es que me desanimo porque Tú me pides más de lo que yo pueda, pero no lo logro, ¡es demasiado, Señor, es demasiado! ... No es que es demasiado lo que Tú me pides, sino que yo soy muy poca cosa para darte aquello que Tú me pides”[383]

Fue siempre una constante en sus obras: tenía prisas, había que moverse con celeridad, había que aceptar el trabajo que suponían las obras y todo por no demorar lo que Dios pedía. Por ella hubiese comenzado todas a la vez, cosa imposible. “Concédeme la grande gracia, Jesús, de que yo no deje sin terminar todo aquello que Tú me has pedido”[384]. “Ayúdame en estas tres cosas que me has pedido; yo me pongo con entusiasmo y llena de ilusión a llevarlas a cabo. Quisiera comenzar todo, pero si no lo quieres ... "Ecce Ancilla Domini" quiero hacer sólo tu voluntad[385]

El cumplimiento de los deseos de Dios debe ser realizado en la humildad más sincera. ”Bien, Señor, Tú haz aquello que creas. Yo te digo que quisiera darte todo aquello que pides, pero te digo que no soy capaz de nada, solamente de estropear todas tus Obras. Bien, Señor, ¡está bien!”[386]. “Señor, yo te pido la gracia de que Tú me pidas cuanto creas que yo debo hacer ... ¿Cómo hago?! Contrariedades de una parte, embrollos y enredos por otras ... no soy capaz, no soy capaz, no soy capaz, ¡Señor! Quisiera darte, Dios mío, todo aquello que Tú me pides, quisiera Señor, que no existiera en el mundo un Santuario más bello, ni en el que más gracias se reciban que el tuyo, pero yo Señor, no consigo hacerlo; me siento muy inútil, me veo nada; veo Señor, que no logro darte aquello que Tú me pides[387]. “Quisiera, Señor, pero no soy capaz, ¡no llego! Yo ... no es que me lamento, Señor, quisiera darte mucho más de lo que Tú me pides ... no me quejo de Ti, no me lamento de nada, sólo te digo que no soy capaz de darte aquello que Tú quieres. Es demasiado grande, Señor, lo que Tú pides, es muy grande todo lo que Tú me pides, es sumamente grande”[388]

En este campo, las dificultades más serias a las que la Madre apunta como enemigas irreconciliables de este deseo de dar a Dios todo están en el ambiente relajado y disperso que la sociedad y el mundo inculcan como verdaderos en la conciencia de los que quieren amar de veras a Jesús. “Pero ya ves, Señor, cuántas dificultades y sufrimientos comporta esto que Tú pides; cuán difícil es caminar en esta baraúnda de cosas... ya por la televisión, ya por tantos otros movimientos de la vida[389]

La debilidad humana en la fidelidad a Dios nunca es impedimento para ser fieles a Dios. La debilidad puede ser y debe ser fuente de humildad y de abandono confiado en Dios. Lo importante y decisivo en este campo es el deseo sincero y cargado de buena voluntad de seguir adelante no obstante nuestras caídas. La caída, si reconocida y expiada en la petición de perdón a Dios, nunca nos aleja de la meta emprendida. Lo que nos aleja es la dejadez en el deseo, el apocar el deseo de ser santos y fieles a Dios. Así oraba la Madre: “No consideres, Señor, las debilidades de estos hijos e hijas, fíjate sólo en el grande deseo que tienen de darte aquello que Tú les pides. Ten presente, Señor, que son hijas que se sacrifican, trabajan y quieren darte todo, pero al momento de las pasiones, se encuentran como sin fuerzas. Señor, ayúdalas, ayúdalas a darte todo cuanto de ellas deseas[390]


[380] Pan 22, 301

[381] Pan 22, 469

[382] Pan 22, 302

[383] Pan 22, 29

[384] Pan 22, 3

[385] Pan 22, 4

[386] Pan 22, 19

[387] Pann, 22, 31

[388] Pan 22, 32; cf. 347

[389] Pan 22, 278

[390] Pan 22, 300